Es interesante lo que hace la fotografía; nos lleva a instantes irrepetibles, deja una huella de personas y momentos detenidos en el tiempo. Hay oportunidades únicas y nuestra historia de país, tuvo a personas que sí le aportaron belleza, conocimiento y valor; enriqueciendo con su arte, pensamiento y trabajo nuestra historia.
Ojalá y lográramos entender que existe un país más allá de la sucia política y los medios vendidos y negociadores de la mentira. Al igual que ajeno a la basura que se consume en las redes y que dista mucho de ser arte y cultura.
Como mencionó alguna vez el gran Gustave Flaubert:
«Ama el arte. Entre todas las mentiras, sigue siendo la menos falsa».
Conocía su trabajo desde mucho antes de estudiar arte y tener la oportunidad de estar a su lado, al menos por instantes, como muestra esta fotografía.
No recuerdo la charla; pero era de lo más amena que podrán imaginarse, enriquecerse escuchándole, y no hablábamos de arte todavía. Su calidez y sencillez llenaban el espacio, y disfruté esos momentos, eso sí lo recuerdo; que se volvieron únicos e irrepetibles, pues cada encuentro tiene su propia magia. Nos volvimos a encontrar tres años después, y él seguía estando con la misma sonrisa y sencillez, de nuevo tuve la oportunidad de guardar para la posteridad ese instante en una fotografía.

BENIGNO GÓMEZ
1934-2017
El pintor que comenzó utilizando piedra y madera para esculpir pequeñas figuras de animales, entre ellos sus muy amadas palomas. Los regalaba en su pueblo natal Naranjito, Santa Bárbara.

Es impresionante nuestra corta visión como seres humanos algunas veces, que no dimensionamos todo lo que podemos construir o destruir con nuestras palabras. En el libro 'Honduras, Visión panorámica de su pintura' de los autores Evaristo López y Longino Becerra, nos cuentan la historia del maestro al cual el pintor le regaló una paloma hecha de madera y al tenerla en sus manos, el sujeto mencionado le quebró todas las partes a la pieza y le dijo: «deja de hacer estas porquerías porque con ellas no vas a comer».

Un pensamiento clásico entre nuestros pueblos con mentes cortas de visión, una idea errónea de lo que es el éxito y con una gran carencia en su alma, además de poca capacidad de comprensión sobre el valor del arte.
Qué bueno que el gran maestro Benigno Gómez no le hizo caso al sujeto, y el siguió el camino que tenía destinado para ser un embajador más, un emisario de las artes y lograr enriquecer nuestra historia.
Así como hay detractores del arte también hay aquellos que han entendido el secreto de la vida y el valor que tiene el arte en el ser humano; fue así que logró una beca para estudiar en 1950 en la Escuela Nacional de Bellas Artes, uno de sus maestros fue Max Euceda. Y luego en 1960 tuvo oportunidad por medio de otra beca para estudiar en la Academia de Roma, donde estuvo hasta 1966.

Para él, la belleza era un fenómeno interior, por tanto el artista no debía basarse solo en la naturaleza, sino partir de las imágenes que su espíritu sensibilizado era capaz de formar al ver desinteresadamente al mundo.
Fue precisamente este pensamiento que lo llevó a un tipo de surrealismo, aunque siempre le mantuvo el cariño al arte figurativo.
Su surrealismo no fue del todo el conocido en los grandes creadores de este estilo, pues él mantuvo siempre ese elemento figurativo. Quizás haciendo una mezcla de lo que en su espíritu encontraba, llevándolo a su propio estilo surrealista figurativo.

Tres años después de esta fotografía (2014) nos dejó, volando entre sus palomas hasta otra dimensión, donde quizás siga pintando ese mundo de vuelos internos y ambiente feliz que mostraba en sus pinturas. Con su sonrisa suave y sencilla que dejó aquí plasmada en estar fotografías que guardo para mi historia.
Gracias maestro Benigno Gómez, donde sea que usted esté.
___________
IO Ingrid Ortez
Referencias:
Honduras: visión panorámica de su pintura, Autores Evaristo López y Longino Becerra
Generaciones que marcaron huellas. Antología de la colección de arte del Banco Central de Honduras, 2007
Comentarios