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LA REALIDAD DE ESTAR ROTOS. Más allá del brillo superficial.

Foto del escritor: IO IO

Vivimos en una era donde el dolor, las enfermedades mentales, traumas y sanar se han vuelto tendencia de moda. Redes sociales están plagadas de influencer que sin preparación profesional predican fórmulas mágicas de superación personal. Inundan con frases motivacionales, afirmaciones vacías y promesas de transformación instantánea, como si todo el dolor pudiera disolverse con un cambio de mentalidad y una foto bien editada.


La realidad de estar roto no cabe en un post de Instagram ni en un video de TikTok. No se resuelve con afirmaciones de amor propio ni con la ilusión de que ‘todo depende de ti’. No estamos rotos porque queramos estarlo y no se sana con frases cliché ni con la presión de mostrar una felicidad forzada. No se trata sólo de vibrar alto y convertirse en ‘un ser de luz’ con ropa brillante y despampanante subiendo fotos a las redes y fabulosos outfits y una charla motivacional.

Estar roto es cargar con cicatrices invisibles, vivir con una tristeza que no se va, luchar cada día contra la ansiedad, la desesperanza y la sensación de vacío y en algunos casos con el suicidio. Es despertar sin ganas, sentirse incomprendido y saber que un simple ‘sonríe más’ no cambiará nada. Es vivir con heridas profundas que a veces ni sabemos que existen, enfrentarse con el miedo, la oscuridad propia y demonios internos que atormentan. Es doloroso, a veces insoportable y definitivamente no siempre los casos serán iguales ni se resolverán con la misma fórmula mágica, pues cada caso es diferente y no luce bonito para perfil.

El proceso de sanación es incómodo y solitario; requiere autoconocimiento real, terapia con profesionales, confrontación con uno mismo, conversaciones difíciles, aceptación del trauma, paciencia y sobre todo, tiempo. es un proceso que lleva a reconocer lo que duele, darle espacio, abrirse camino entre la desesperanza y el dolor del día a día, aprender a vivir con ello sin negarlo. No es un camino lineal ni siempre tiene un final feliz, pero es un proceso auténtico, lejos de la superficialidad de las redes sociales.

Sanar no es un acto instantáneo ni un simple ‘elige ser feliz’, meditar, repetir mantras o hacer journaling con velas aromáticas; es un proceso crudo, íntimo y único, que no busca brillar para otros, sino reconstruirse desde la verdad aunque duela y tome años, la sanación no se presume en redes.

En esta era digital donde todo se comparte, se edita y se filtra, el dolor humano también se ha sido convertido en tendencia. La salud mental, antes un tema tabú, se ha vuelto un producto de consumo en redes sociales donde influencer sin formación profesional se autodenominan ‘coaches del alma’, ofreciendo soluciones simplistas para problemas complejos con frases motivacionales, imágenes estéticas y discursos vacíos sobre ‘vibrar alto’ han convertido la sanación en una moda, trivializando el sufrimiento real.


El problema de esta nueva ola no es sólo la banalización del dolor, sino el peligro de confundir a quien sólo busca seguidores y lucirse contra quienes realmente luchan contra depresión, ansiedad, traumas o los efectos de un divorcio, de una enfermedad o crisis causadas por violaciones, abusos, abandono o intentos de suicidio. Un influencer puede compartir su versión embellecida del sufrimiento contando su historia de superación en un formato atractivo, pero esto no es lo mismo que vivir con un trastorno mental. Usar su experiencia de dolor como contenido y validación en likes no significa tener la profundidad de la experiencia, pues sanar no es un acto instantáneo ni un proceso que pueda resumirse en post. No basta con pensar positivo ni seguir los consejos de alguien que sólo quiere vender su imagen o curso, y volverse famoso hablando de autoestima y amor propio.


La sanación no es un espectáculo ni una estrategia de marketing; es una tragedia de vida, un viaje personal que necesita comprensión, proceso y apoyo real continuo, los rotos no buscan validación sólo intentan sobrevivir cada día y lograr que el dolor se vaya.








Si es una persona que está pasando situaciones de depresión, busque ayuda profesional. 

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