Me gusta la tecnología, aunque soy de la generación antes del nacimiento del internet. Estudié con libro en mano, visita a biblioteca, enciclopedias en casa. Dibujando a mano planos arquitectónicos, perspectivas con mesa de dibujo y múltiples herramientas desde reglas, lápices, escalímetros y plantillas. No había computadora con programas de diseño para esa labor, luego la llegada de esa tecnología me permitió volverme autodidacta, aprendiendo programas no sólo de diseño, arquitectura, de otras áreas.
Tuve la oportunidad a través de los años de recibir capacitaciones sobre academia y virtualidad, plataformas virtuales de aprendizaje, metodologías, uso de TICs. Todo como parte de esas nuevas herramientas que nos ayudan a trabajar y seguir el ritmo del avance. Tengo una certificación por parte de Laspau–Harvard en docencia virtual universitaria y hace algunos años fui co-creadora de un curso sobre educación en línea impartido a más de 400 docentes y facilitadores.

No podemos negar que hay muchas ventajas de aprendizaje con la tecnología e incluso la inteligencia artificial; pero no estamos aprendiendo a identificar cuándo y cómo usarla, y menos los riesgos a los que nos sometemos.
Perder nuestra capacidad de análisis, de verificación de hechos y la percepción de la realidad junto a la poca inteligencia emocional en la que no invertimos, sumado a la falta de escrúpulos de los medios y de otras personas, puede poner en graves riesgos nuestra humanidad.
No es la herramienta la mala, es el uso que le estamos dando y el nivel de credibilidad más allá de la realidad misma.

Hace unos días publiqué ‘UNA ILUSIÓN’, imágenes creadas bajo un programa de inteligencia artificial, con una foto mía donde la IA se encargó de generar fotografías que asombrosamente gran cantidad de personas decidió creer como reales, así sin más.
Todo formó parte de mi propio experimento para corroborar los peligros a los que nos sometemos y la capacidad e impacto de una imagen falsa.
Ya no verificamos fuentes, creemos todo lo que se publica, lo grave es que a pesar de conocerme en persona la gente decidió creer mejor en una ilusión y celebrarla.
¿No es esto un peligro?
Una imagen artificial y muy verosímil consigue convencer a muchas personas, un ejemplo fue la foto que recorrió las redes donde el Papa con un abrigo muy moderno paseaba por la calle, algo que no había pasado; sin embargo, mucha gente lo creyó por el buen trabajo que había hecho la persona que manipuló la imagen con ayuda de la IA al crear fotografías falsas.
Se han multiplicado las apps para crear imágenes, diseñar espacios, crear ‘arte’ y hasta literatura, Leonardo Da Vinci seguramente se retuerce en su tumba. También se ha multiplicado la falta de inteligencia humana y análisis, ahora cualquiera haciendo una estupidez se hace famoso, se crea una imagen y se vuelve viral.
El avance tecnológico corre a un ritmo acelerado, la economía no y los años de atraso, el detrimento en las políticas educativas sumada a la corrupción y la era de querer todo fácil traerá tarde o temprano terribles consecuencias, hemos perdido mucha de la capacidad de análisis y de corroborar la veracidad de noticias o imágenes, así como la poca comprensión lectora de las nuevas generaciones.
Cambiamos nuestra percepción de lo que vemos en internet y comenzamos a alimentar esa falsa imagen de vida, la libre manipulación de estas herramientas va ganando cada vez más adeptos. Ahora sí es real el dicho: ‘una imagen vale más que mil palabras’ preferimos esa imagen que nos desconecte de la realidad, que muestra personas reales en situaciones que no han vivido nunca.
Si la inteligencia artificial puede hacer creernos cosas que nunca pasaron, ¿Cuál es el límite? ¿existe alguna regulación? La respuesta es no. No hay regulación, pero si miles de peligros.
Qué nos espera con una tecnología que crece de forma descontrolada a la par de nuestra falta de conocimiento y hasta pereza cómoda de no procurar buscar la verdad de las cosas, analizar y asegurarnos de lo que estamos viendo o leyendo.
La inteligencia artificial será absolutamente indistinguible y llegaremos a dudar de la existencia de personas reales y creer en las que no existen, como la película de Surrogates con Bruce Willis.

Hoy no hubo riesgo, solamente fue una imagen que generó muchos 'me gusta' y comentarios probablemente bien intencionados; pero en cuántas cosas nos han mentido, cuántas imágenes circulan por el mundo inagotable del internet que no son reales y ponen en riesgo nuestra integridad o nos mantienen en una mentira y fundamentamos ideologías, supuestas verdades o creencias en algo que jamás existió, sólo en la mente macabra de alguien que se le antojó hacer daño o que le pagaron para hacerlo o le convenía al sistema.
Nos haría bien regresar a los rudimentos de la investigación científica como método de experimentación que nos permite explorar, observar y responder preguntas que lleven a construir y probar.
Nos haría bien volvernos más críticos, menos hacedores de fantasía y procurar cuidarnos del peligro de así sin más, ser prisioneros que piensan que observan el mundo real, sin darse cuenta que son sólo sombras, como el mito de la caverna.
Saludos, hasta mi próximo engaño.

Comments