Me encanta ver películas, para desconectarme del trabajo y actividades, antes realizo mi investigación respectiva, por supuesto; no es cualquier tipo de película a la que le dedicaré tiempo. Debe entretener y llevarme al análisis, pensar; sí, no solo de entretenimiento se alimentan las diosas.
Recordemos que el arte también busca provocarnos, llevar a analizar el entorno y los tiempos -pese al cine chatarra- la idea de una buena película desde el concepto de obra de arte debe ser provocar todos los sentidos, y llevar al espectador a la sublimación o confrontarlo con el tema tratado, no en vano el cine compendia a todas las artes.

Como en todo, hay de colores para gustos; por ejemplo, a pesar de amar el cine, no me gusta ir a las salas de cine. Prefiero disfrutar en la comodidad de mi apartamento y poder detener la película o retroceder cuando algo llama mi atención.
Sí, mis queridos y pocos lectores, no quieran ver pelis conmigo, pues estoy con cuaderno en mano y tablet investigando, retrocediendo para volver a escuchar y luego verificar si eso es cierto, igual, las disfruto enormemente.
De preferencia, ciencia ficción, biográficas de escritores o personajes interesantes que aportaron a este mundo. Jamás he visto de terror, detesto los musicales y comedias, a menos que fueran las del gran y lamentablemente fallecido Robin Williams; pero el tema en esta ocasión no son mis preferencias, sino la clase de películas que inundaron las plataformas en esta época de fiesta, todas de romance en navidad.

Y ojalá hubieran sido del tipo que vimos en años muy, muy pasados como; 'El descanso (The Holiday 2006)', con un reparto de lujo: Kate Winslet, Cameron Diaz, Jude Law, Jack Black y el grandioso Eli Wallach; bajo la dirección de Nancy Meyers, o la grandiosa y cómica actuación de Sandra Bullock, Bill Pullman, Glynis Johns y Jack Warden entre otros, de la genial 'Mientras dormías (While You Were Sleeping 1995)' del director Jon Turteltaub.

¡No!, tratan siempre de una mujer con una profesión que le encanta; pero por alguna ridícula razón le toca irse a un pueblo a vender un hotel o recibir una herencia donde encuentra un super hombre tipo príncipe de Disney que es un héroe en el pueblo y que debe salvar la navidad, se odian al inicio para luego terminar salvando la navidad y viviendo felices por siempre y reconociendo que estaba incompleta sin él.
Los protagonistas; actores desconocidos en su mayoría, y siempre es la chica soltera, sola y sin amor. Luces, encuentros inesperados, nieve, ciudades en contraste con entornos rurales, chimeneas… todos elementos que contribuyen a crear una ilusión de esta época y del amor unido al consumo.
Ese concepto tan vendido por Disney en cuentos infantiles ahora puesto para adultos. Sabemos que el cine es un negocio, un entretenimiento muy lucrativo donde el marketing hace su parte, y a través de las imágenes, efectos y música busca llegar a las emociones del espectador y manipularnos. Desde Prime, Hbo hasta Netflix, están cargadas de este género; pero, ¿por qué gustan tanto? se ubican en las preferidas, a pesar de saber que tiene todas, el mismo argumento absurdo y sexista.
El trabajo de marketing es excepcional, se nos ha vendido desde tiempos antiguos la idea de que para ser feliz necesitas estar completa, y lo estas solamente si tienes al mal llamado 'amor de tu vida'.
Quizás la necesidad de serotonina contribuye a que aceptemos esas ideas. La falta de comprensión sobre la importancia de estar con uno mismo y encontrarte, nuestra felicidad no depende de otros, no es responsabilidad de ese 'otro' hacernos feliz. Qué terrible responsabilidad dejarla en manos de alguien que ni nos conoce bien y que tiene otros intereses quizás muy diferentes a los nuestros.
Estar completas o completos, no depende de con quién estamos. Y con eso no digo que es malo querer tener una pareja, pues se siente jodidamente bien, ¡claro! alguien con quien conversar, que te apapache, que comparta contigo tus éxitos y fracasos, que contribuya a que seas la mejor versión de ti misma y viceversa. Donde ambos se valoren, y respeten su individualidad sin tener esa obligación de hacer feliz al otro pues ya aprendieron a serlo solos, que aprendan a compartir y entender que nadie es dueño del otro, como suele suceder en cantidad de mujeres que creen que el tipo se vuelve de su pertenencia, o muchos hombres que consideran de su propiedad a la mujer.
Ideas también vendidas a través de toda la historia y que siguen contribuyendo sutilmente entre luces y emociones, a ampliar la brecha de género, y alimentar el patriarcado y la sumisión. Además de vender la falsa idea de ese vacío que muchas creen tener y que debe ser llenado solo si alguien llega a sus vidas, sin importar cuan poco pueda contribuir o cuánto pueda llegar a destruir de nosotros mismos. Somos seres completos, y aunque no somos islas, y tener un amor se siente muy bien, no significa que necesitamos salvadores. Mi contentamiento no depende de otro. La felicidad son solo momentos y esos los podemos generar en cualquier instante nosotros mismos; con nuestros logros, superando obstáculos, aprendiendo cosas nuevas, creciendo como ser humano.
No todo depende de otro, estar bien no es un cuento de romance y navidad en streaming, lamentablemente no hemos superado los viejos patrones del patriarcado, construido por un sistema manejado por hombres y avalado por las mismas mujeres que no quieren valerse por sí mismas y siguen esperando que las salven.
No sabemos si cenicienta enloqueció al príncipe después de casados con su obsesión a la limpieza; pues después del 'felices para siempre' se apagan las luces y comienza la realidad; pero las reinas, princesas o cualquier otra mujer en este mundo, puede crear su propia felicidad partiendo de conocerse ella misma, de enfrentarse a sus propias guerras internas y luchar por metas más personales y perecederas, bajar de la torre o despertar del sueño eterno sin esperar que otro la salve.
De hecho, las mujeres tenemos esa capacidad de sobrellevar las dificultades y si somos comunidad, mucho más; pero debemos despertar para aprender a avanzar juntas sin esperar que alguien llegue o se quede y nos haga realidad los sueños.
Las metas dependen de nuestro trabajo y esfuerzo, ojalá y este próximo año cada uno de ustedes logre crecer en sí mismo para ser mejor persona y aprender a compartir con otros y no apoderarse de otros. Que, si le llega el amor, lo disfrute, no todos lo logramos; pero que sea en igualdad de condiciones, con alguien que le valore tanto que le dé su propio espacio y contribuya a ser de usted una mejor versión y viceversa, que no le anule, pues estamos en este mundo para mejorarlo no para esclavizarnos o someter a otros a nuestros caprichos.
Buen fin de año lectores.

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