
Un 26 de julio pero en 1875 nació en Sevilla; Antonio Machado, poeta español. Recordar hoy a este poeta, trajo a la memoria mis primeros encuentros con la poesía. A la par de Machado, José Ángel Buesa y su poema «Domingo triste»
Este domingo triste pienso en ti dulcemente y mi vieja mentira de olvido, ya no miente. La soledad, a veces, es peor castigo… Pero, ¡qué alegre todo, si estuvieras conmigo!.
Poema que aprendí de memoria siendo una niña, así como otros de granes escritores, como la gran Gabriela Mistral o Daniel Laínez, poeta hondureño, con su poema «Negro esclavo», o Julio Sesto y su poema «Las abandonadas», y otros más. Con el tiempo no los recuerdas con la misma facilidad, pero sus nombres quedan refugiados en nuestra memoria.
Comencé a leerlos y adentrarme en la melancolía de algunos de esos poemas, y conocer el maravilloso mundo de la poesía de la mano de mi tío, probablemente él ya no lo recuerde debido a su pérdida de memoria. Pero en una máquina de escribir marca Singer —la cual aún conservo y era de mi mamá cuando estudiaba secretariado— y en pequeñas hojas hoy amarillentas, él transcribía los poemas, me los daba a leer. Poemas de grandes escritores, pero también algunos de esos eran de su autoría, quizás esos primero pasos que anhelaba dar. Con cierta nostalgia recuerdo lo poco que podía dimensionar a los nueve u once años, de ese mundo maravilloso.
Además de los poemas que me transcribía, dejaba cada vez que llegaba de visita, recortes de periódicos, en esa época década de los 70, los diarios del país tenían por costumbre los domingos publicar poesía, él los recortaba y me los daba.
He guardado todos estos años de mi vida esos recortes y poemas copiados a máquina, otros de su propia mano y letra. A esos recuerdos les fui agregando los que después copiaba yo de otros poetas para memorizar, finalmente en esa misma caja me encuentro aquellos que yo, atrevidamente comencé a escribir. La memoria es una caja de sorpresas que puede saltar y abrirse en cualquier momento, con pequeños instantes que regresan al presente; amarillentos, viejos, tristes algunas veces y casi como adormecidos, pero que marcaron un tiempo, una historia y un rumbo.
Esto me lleva a recordar también la frase final de una de mis películas favoritas;
Sorprende saber que parte tan pequeña de la vida son los momentos más importantes. La mayoría de ellos terminan antes de empezar, aunque proyectan una luz en el futuro y hacen a la persona que los originó inolvidable.
Anna and the King
El mundo de hoy nos hace olvidar esos pequeños instantes, los reemplaza por la inmediatez y las exigencias diarias que nos impone una sociedad de consumo, de cosas que buscamos pero que no necesitamos. Hoy hago honor a ese espacio en la memoria, que hizo nacer en mí una de las grandes pasiones que tengo; la poesía.
Así sin más, no hay duda que somos el cúmulo de aquellas huellas que dejaron otros al pasar por nuestras vidas, algunas serán malas pero otras dejan un halo de luz que vivirá por siempre.

IO Ingrid Ortez
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