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EL OLVIDO DE LOS MARCADOS.

Foto del escritor: IO IO

Es irrefutable que la historia ha estado al servicio del poder. Y los historiadores, en su relato oficial, nos han ocultado por siglos datos, hechos o se ha fingido ignorarlos y que ponen al descubierto el lado más tenebroso de la humanidad. En otras ocasiones hasta se ha buscado justificarlos.

El ser humano se construye una perspectiva desde su propia verdad, olvidando que solo tiene un pedazo pequeño de la misma, y que necesita de la perspectiva del resto para unir y lograr construir con todos esos pedazos, el enorme espejo de la verdad.


Grandes filósofos, hombres ilustrados, escritores e historiadores han caído en esa trampa de justificar su propia ignorancia y ayudar al olvido. Desde Voltaire, conocido por ser defensor de la tolerancia y la libertad política y religiosa, en realidad fue un defensor de la esclavitud que no la cuestionó como institución, solo en su forma y se limita a exigir a los amos un trato más amable con los sometidos. Podemos buscar su Ensayo sobre las costumbres y el espíritu de las naciones, 1756; donde presenta un hipócrita argumento, habitual en el discurso de la burguesía de los países esclavistas. Immanuel Kant a pesar del carácter igualitario de su ética y la naturaleza abstracta de su teoría de las razas, no logra evitar el eurocentrismo y discrimina especialmente a los negros considerándolos inferiores intelectualmente, feos y malvados. J. G. Herder ni con toda su defensa de la aportación original de cada pueblo en la historia; confunde a los pigmeos con monos.


Y CUANDO ERES MUJER, NEGRA Y ESCLAVA; en ese contexto colonialista, racista y patriarcal, se vuelve una lápida olvidada en el camino más oscuro de la historia.


En el libro póstumo 'El cazador de historias' de Eduardo Galeano, que había terminado en 2014 y se publicó en el 2016, cuenta una historia sobre la poeta:




«Fue llamada Phillis, porque así se llamaba el barco que la trajo, y Wheatley, que era el nombre del mercader que la compró.

Había nacido en Senegal.

En Boston, los negreros la pusieron en venta:

—¡Tiene siete años! ¡Será una buena yegua!

Fue palpada, desnuda, por muchas manos. A los trece años, ya escribía poemas en una lengua que no era la suya. Nadie creía que ella fuera la autora.

A los veinte años, Phillis fue interrogada por un tribunal de dieciocho ilustrados caballeros con toga y peluca. Tuvo que recitar textos de Virgilio y Milton y algunos pasajes de la Biblia, y también tuvo que jurar que los poemas que había escrito no eran plagiados. Desde una silla, rindió su largo examen, hasta que el tribunal la aceptó: era mujer, era negra, era esclava, pero era poeta».

Eduardo Galeano 'El cazador de historias'


La historia ha castigado con el olvido a multitud de mujeres.

No hay ni registro ni transcripción de lo que realmente sucedió en ese momento de la historia donde la poeta tuvo que demostrar que sí, siendo esclava y mujer, también era poeta.

Se le habrá realizado acaso una prueba de escansión o la habrán evaluado sobre el subjuntivo del latín, quizás le exigieron que recitara salmos y textos antiguos.

Es algo que nunca se sabrá, se perdió en el camino de la historia, cualquiera que fuera el tipo de examen, lo pasó y se ganó un lugar en esa historia.

Wheatley fue liberada de la esclavitud, siguió escribiendo, pero vivió el resto de su vida en la pobreza. Ahora es reconocida como la primera poeta negra de renombre en la historia del mismo país que la esclavizó.

El siguiente es un fragmento de uno de sus poemas titulado 'Un himno a la mañana'.



«Atiendan mis cantos, siempre veneradas nueve,

asístanme en mis labores y pulan mis melodías;

en suavísima unión vayan vertiendo las notas,

pues brillante Aurora ahora reclama mi canción.


Salve Aurora, y los miles de colores

que adornan tu progreso por los abovedados cielos:

despierta la mañana, y amplia extiende sus rayos,

sobre cada hoja juega el dulce céfiro;

armónicas melodías reanuda la emplumada raza,

danza el ojo brillante, y agita la pluma colorida».


En la ciudad de Boston se encuentra El Monumento a las Mujeres de Boston, está dedicado a tres mujeres que desafiaron las normas, como siempre, las naciones esclavistas levantan monumentos para irónicamente recordar sus terribles atrocidades a través de la historia.

En ese monumento se recuerda a la esposa y consejera de John Adams; Abigail Adams. A Lucy Stone que fue fundadora del «Woman’s Journal», y a la esclava que fue poeta; Phillis Wheatley.

Grandes naciones han sido epicentro de terribles atrocidades a través de algún momento de su historia; Alemania con el holocausto nazi, España con la colonización y el expolio, y Estados Unidos con los afroamericanos, una de las sociedades más esclavistas de la historia pues aún siglos más tarde de la abolición de la esclavitud, a los afroamericanos se les siguió tratando como ciudadanos de segunda, vetando muchos de los derechos que poseían.


Es irónico pues en pleno siglo XXI esa sigue siendo una lucha que se vive y sufre tras una gran pantalla de igualdad de derechos y equidad.

Así la historia nos esconde o margina a grandes personajes que no encajaban en una sociedad enferma y deforme; personajes que con su vida, dolor, talento y muerte también escribieron esa historia y en su mayoría; mujeres.


PHILLIS WHEATLEY 1753-1784






Actualmente es considerada uno de los ejemplos de la literatura afroamericana. Fue la primera escritora negra en publicar un libro en un país esclavista. Su obra 'Poems on Various Subjects' (Poemas sobre Varios Asuntos) fue publicada en 1773, dos años antes de que comenzara la Guerra de independencia de los Estados Unidos. Nacida en Senegal, instalada en Gambia, donde fue capturada y sometida a la esclavitud a la edad de siete años, fue llevada a Estados Unidos alrededor de 1760, donde fue comprada y convertida al catolicismo.

Anulando su identidad y creencias, y a pesar que la familia de mercaderes que la compró le proporcionó una educación aprendiendo a leer, escribir y saber de historia, esa misma historia la sepultó en el olvido.


Hay épocas en la historia donde el olvido es el precio de los marcados por una sociedad ciega, y que solo tiene un pedazo diminuto de la verdad.


Hasta la próxima mis queridos y pocos lectores; especie en peligro de extinción...



 
 
 

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