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CELEBRAR LA PALABRA: DESDE CHIQUINQUIRÁ Y EL XLIV ENCUENTRO DE ESCRITORES.

Foto del escritor: IO IO

Viajar, placer de aves. Esa sensación de aventura y libertad al caminar por aeropuertos y subir al avión, invento maravilloso que acorta distancias y nos permite llegar a nuevos lugares con grandes historias. Rostros desconocidos y diferentes costumbres; pero a la vez con tanto en común, especialmente si es Latinoamérica donde predomina una de las hermosas lenguas romances.


Caminar por lugares testigos silenciosos de tanta historia, aprender de esos lugares y de la calidez de su gente.


Hace unas semanas regresé de la ‘Atenas Boyacense’ un lugar maravilloso colonial, considerada la capital religiosa de Colombia, santuario Mariano Nacional.

Sede de peregrinaciones y con una rica historia que la vuelven atractiva para el turismo. Se dice que es cuna del ‘caballo de paso fino colombiano’ considerado como el Rolls Royce del mundo equino y sede de una de las ferias equinas más importantes del país. Lugar de venta de instrumentos de cuerda de música folclórica andina.


Chiquinquirá, la segunda ciudad de Boyacá. Para llegar a ella desde Bogotá son casi tres horas cruzando toda una región lechera de antiguas haciendas con paisajes dignos de una obra pictórica, pasar por la laguna de Fúquene considerado uno de los más hermosos lagos naturales de la zona, seguir por Ubaté y Sutatausa para llegar al territorio de Cundinamarca por donde se ingresa a Zipaquirá hasta llegar a la ciudad ‘Relicario de Letras’ llamada así por ser también cuna de muchos escritores.


Precisamente ciudad sede de uno de los Encuentros Internacionales de Escritores de gran altura académica y que se celebra como una fiesta con todo el pueblo, quizás así debería celebrarse la literatura en todos los países.


Este año en su cuadragésimo cuarto encuentro, que suena fácil decirlo; pero mantener por 44 años un evento de este nivel con una organización impecable, atención a cada detalle que lo vuelven único y hacen sentir mejor que en casa a los escritores, requiere de una pasión entrega y logística de todo un equipo que ama el arte y la cultura. Y sobre todo de la iniciativa y amor por las letras que impone el organizador del encuentro y director de la Fundación ‘Jetón Ferro’, el escritor y periodista Raúl Ospina Ospina junto al trabajo de su esposa, mano derecha en este evento.



Un detalle que me impresionó fue la presencia de los colegios que estuvieron participando y acompañando. Desde la llegada de los escritores con un desfile rodeados por las bandas de colegios y escuelas por toda la ciudad como una fiesta nacional, hasta presentaciones de artistas musicales de danzas y coros que junto al pueblo se unieron y estuvieron presentes en el parque dando la bienvenida, en los homenajes y lecturas. A cada escritor se nos asignó dos estudiantes de uno de los colegios de más prestigio de la ciudad; el Instituto Técnico Comercial Sagrado Corazón de Jesús para atendernos, mostrarnos la ciudad y apoyarnos en lo que necesitáramos. Fue a través de ellos que conocí y aprendí de Chiquinquirá.


Dos estudiantes de bachillerato que me acompañaron, chicos estupendos; Yeimi con su dulzura y Felipe eficiente guía turístico. Mostraron lo bello de su gente, me llevaron por los museos y lugares más emblemáticos de su ciudad, conversando y aprendiendo de su historia. Tan pendientes de atenderme y estar disponibles para lo que necesitara en todos los días que duró el evento, con una actitud y gracia exquisita. Desde muy temprano cada día estaban todos los estudiantes en el lobby del hotel esperando por su escritor asignado. Una experiencia maravillosa y la oportunidad de poder compartir con ellos el arte de la palabra por medio de la poesía sin importar las edades, eso es fabuloso.

Gracias a ambos por su gentileza, su sonrisa y enseñanza de la ciudad, por tan agradable compañía y hacerme sentir especial, pero en realidad fueron ustedes chicos los especiales en este encuentro.


Se disfrutó de la lectura y trabajo literario de grandes escritores y académicos que llegaron de varios lugares del país y fuera de él. Con charlas interesantes que tocaron puntos esenciales de la academia y la enseñanza de nuestros jóvenes. Como el conversatorio con el Gobernador Xieguazinsa Ingativa Neusa, del Cabildo Mayor en Gobernación Indígena Muisca Chibcha Boyacá, presentación de ensayos de investigación sobre la tecnología y la enseñanza y talleres literarios.


Encuentros con nuevas obras tanto de poesía, novela y cuento que están en fila en mi rincón de lectura listos para dejarse leer y por medio de ellos conocer más de sus autores.


Adicional a ese ritual exquisito de intercambio de libros con compañeros escritores y poetas, fui sorprendida con un regalo genial.


La réplica en pequeño de una hermosa pintura realizada por uno de los escritores, mi apreciado amigo José Ancizar Castaño poeta, especialista en arte y folclor, en teatro y Licenciado en Biología-Química. Creador de textos literarios en los campos de la dramaturgia y el cuento corto y docente. Obra que ahora se encuentra entre mis cosas más preciadas; entre los libros y recordándome el poder que tiene el arte y la literatura.


Tuve el honor de conversar con Don Gilberto Ávila miembro de la Academia Boyacense de Historia y de la Academia Panameña de la Lengua, a quien se le rendía homenaje en este encuentro. Su sencillez, memoria impresionante y conocimientos enriquecieron el evento.


Literatura, academia, arte y amistad estuvieron presentes. Una exquisita combinación y digna de un evento literario de altura. Compartir nuestro arte con estudiantes de colegios en una experiencia enriquecedora y de aprendizaje para todos los que nos dejamos enseñar.


En una agradable y confiada camaradería, como si nos conociéramos de siempre, compartimos café y charlas construyendo en pocos días vínculos a través de las letras, el respeto mutuo y la admiración por el trabajo que cada uno realiza fue genuino, es lo maravilloso de celebrar la palabra que nos une.

Como se lee en una frase en uno de los museos que tuve oportunidad de visitar en Bogotá al finalizar el evento: ‘el arte nos une´.

Hasta llegué a tiempo para ver la salida del féretro del artista Fernando Botero que en un acto especial le daban el último adiós, una oportunidad magnífica e inesperada. Luego poder recorrer por horas las grandes obras de muchos artistas. Como amante y docente de la historia del arte estar frente a obras de Francis Bacon, Rufino Tamayo, Max Ernst, Pierre-Auguste Renoir entre otros; es una experiencia inexplicable y sublime, de la cual escribiré en otro artículo para ustedes. Hoy es el encuentro y la palabra la protagonista.



Como dice el poema y tema musical de la cantautora Violeta Parra y que popularizó la gran Mercedes Sosa; «Gracias a la vida que me ha dado tanto». Al hermoso país que me recibió una vez más para mostrar mi trabajo literario. Un encuentro que me ha recordado mi lugar en este mundo de las letras. Me permitió conocer seres humanos geniales, desde las personas que nos atendieron en todo momento hasta grandes escritores y amantes de su trabajo con una entrega y esfuerzo maravilloso no sólo a nivel literario, académico también.



El XLIV Encuentro Internacional de Escritores de Chiquinquirá, Boyacá en Colombia fue una de mis mejores experiencias este año. Permitió renovar mi compromiso por celebrar y seguir amando el arte de la palabra. Continuar honrando la literatura y agradecer la pasión y el don por escribir.


Y así, sin más...

las gracias mi apreciado Raúl Ospina por la invitación a este evento, que al fin después de varios años logramos hacer realidad.

A los compañeros escritores, poetas y académicos que contribuyeron con su presencia, conocimientos y talento a engrandecer las letras y el encuentro. Y especialmente las gracias a todo el equipo encargado de organizar y estar pendiente cada día de los detalles y atenciones; al personal del hotel y encargados de los alimentos exquisitos servidos con tanta gentileza, y las gracias a la poesía protagonista de este encuentro.


A mis hijos y amigos por apoyarme siempre en esta locura de la literatura y hacer posible mis viajes hasta hermosos lugares como Chiquinquirá.


Hasta el próximo año, si la vida nos concede esa gracia.







IO Ingrid O

 
 
 

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