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BAILAR con tus demonios

Foto del escritor: IO IO

Hay un poema del escritor Ben Clark, me ha fascinado siempre por la verdad que emerge de sus palabras y las imágenes que, desde el poema, llegan a mi mente y me encuentran.


Un fragmento de ese poema dice así:


"Todas las divisiones son mentira

salvo la que divide los cuerpos en dos

grupos incomprensibles entre sí.

Aquellos que se han roto y los que no.

Los rotos no pedimos demasiado:

que se nos quiera, sí,

que los que no han vivido la fractura

tengan paciencia... "


LOS ROTOS. Probablemente algunos nunca sabrán o podrán entender qué es estar roto, seguro más de alguno se ha sentido así; pero luego de un tiempo logran pegarse todas sus partes, siempre habrá unos más rotos que otros.

Hay un grupo que hemos vivido con la fractura toda la vida, nos quebramos en miles pedazos una y otra vez a lo largo de nuestra infancia y adolescencia, sin entenderlo ni poder recuperar esos pedazos y nos quedamos rotos de por vida.


En el camino y mientras avanzas con esas grietas buscas la manera de llenarlas o esconderlas, muchas veces de formas equivocadas. Llegan todos esos dolores, formas de ser, recuerdos, carencias y actitudes que con el tiempo se convierten en un terrible pegamento, pues la grieta sigue abierta. Los pedazos que se perdieron al romperse, no siempre se recuperan o quedan perfectos, sólo te queda esconderte en un gran abismo con tu grieta sangrando e hiriéndote.


Obra de William Blake. El Gran Dragón Rojo y la Mujer revestida en Sol

LOS DEMONIOS, es ahí entonces que aprendes a bailar con ellos y construyes tus propios demonios para poder salir a la superficie, que no te vean rota, quebrada o imperfecta.

Es más fácil aprender a bailar que enfrentar el dolor, todos huimos del dolor y más en una sociedad que te exige para ser parte de ella; ser feliz y exitoso.

Estar roto está bien, significa que en algún momento te soltaron, te quebraron, te tiraron o intentaste algo y por alguna razón no funcionó, lo que no está bien es quedarse danzando con los demonios que nos atormentan.


LA DEPRESIÓN es eso, verte las grietas y saber que no podrás cerrarlas jamás y que hay un dolor que permanece contigo sin motivo ni razón, que siempre serás diferente y jamás recuperarás los pedazos que se perdieron en el trayecto y que tus demonios te seguirán y tocarán a la puerta en cualquier hora del día, de cualquier día.


Vivir roto no es fácil, aceptarlo y entenderlo mucho más difícil. Llevo toda mi vida rota aprendiendo de quebraduras, buscando los pedazos de mí que jamás recuperaré. Tratando de entender las causas de haberme roto sin buscarlo, o de que me rompieran en el camino sin merecerlo. Llevo toda mi vida buscando las culpas, las razones y luchando para no asirme de esa culpa y romper a otros con mis esquinas rasgadas.

Cuando estas roto y no tienes opciones bailas con tus propios demonios a su ritmo, es así que entonces tocas fondo. Llegas a sentir que no vales nada, que no existe futuro y que no importa todo lo que pudieras lograr o hayas logrado, nada será suficiente para recuperar los pedazos perdidos, cubrir las rajaduras o ser parte del mundo en que vives.



LA BELLEZA DE LAS CICATRICES. Hay un arte japonés llamado Kintsugi o Kintsukuroi, puede traducirse como 'carpintería del oro' o 'reparación con oro'. Una técnica artística del siglo XV aproximadamente, consiste en arreglar fracturas en piezas de cerámica agrietadas o por algún accidente, paso del tiempo o desperfecto.

Son reparadas no de la forma que lo haríamos en la actualidad procurando ocultar el pegamento para que aparente estar como antes; nadie después de quebrarse puede volver a ser el de antes y aquellos que hemos vivido rotos toda la vida, no conocemos ese antes. Solo conocemos las grietas, la rotura, los demonios con los cuales danzamos durante toda la vida, el dolor y las máscaras que usamos para no mostrar que estábamos rotos.


En este arte japonés se unen las piezas con un barniz de resina del árbol Usushi mezclado con polvo de material precioso como oro, plata o platino. El proceso requiere de paciencia y del paso del tiempo, fundamentales para el secado de la resina, al final la pieza lucirá llena de cicatrices brillantes dándole un aspecto único.

Esta técnica se relaciona con la filosofía japonesa del Wabi-sabi, ver la belleza en la imperfección y que las roturas y reparaciones formen parte de la historia del objeto que debe mostrarse no ocultarse, admirando así su transformación, dejando de ser una pieza convencional y convirtiéndola en algo nuevo con valor añadido.


MI HISTORIA está llena de quebraduras y pedazos que se perdieron en el tiempo y que todavía no encuentro pegar ni darle esa belleza a la cicatriz. Hay cicatrices que solo recuerdan la fealdad o el horro, la soledad, el rechazo o el desprecio, pero se pueden transformar en algo superior, al menos eso dicen los terapeutas.

Sentirte roto es mirar lo grotesco que eres y te ocultas, buscas acabar con esa imagen. Estos últimos meses volví a desear no verme más, tener la valentía de aquellos años atrás donde busqué morir para acabar con el dolor y la fealdad de mis roturas.


EL SUICIDIO es uno de los caminos desesperados de los depresivos, no es que queramos morir, ¡no! no queremos morir, sólo queremos que ya no duela vivir.

Durante toda mi vida busqué ocultar mis grietas para verme perfecta. Alcanzar la perfección era el objetivo, cuando eres perfecto todos de admiran y te aceptan y hasta dicen amarte.


La noticia es que no existe nada perfecto y no se logra vivir así por mucho tiempo sin que las grietas comiencen a verse hasta el punto de no poder sostener los pedazos. Para alguien como yo que no cree en dioses ni santos salvadores, tampoco en medicarse para no sentir ese dolor que es un peso sobre el pecho y te hunde profundamente en una tristeza absoluta, es complicado cada día que pasa. Para alguien que no tiene una vida socialmente activa y perdió en el camino la habilidad de hacer relaciones duraderas volviéndose un ser solitario y oculto tras una máscara, vivir en esta sociedad de ruido, se vuelve una tortura.


SOY. Comencé hablando del poema los rotos, pues eso soy. Un ser roto que lucha todos los días para comprender las razones y causas de sus grietas, un ser roto al que le duele vivir y no poder adaptarse a los demás, que sus cicatrices duelen y que no encuentra respuestas. La poesía se volvió una forma de enfrentar mis grietas, escribir es la forma de unir los pedazos que se han roto y de contar al mundo cómo se vive bailando con los demonios y estar roto.


He querido suicidarme una y otra vez durante muchos años, ese era uno de los demonios que había dejado de perseguirme por años, casi veinte. Hasta hace unos meses que de nuevo se asomó y logró entrar por una de las grietas. El dolor, la soledad, la tristeza, ese no entender ni comprender tu insatisfacción; el no poder asirse de lo que te rodea se vuelve más fuerte hasta el punto de querer acabar con el dolor, soportarlo o que se enteren que estás roto y vean las cicatrices es más doloroso. Heme aquí escogiendo el camino más difícil.

Ausentarse puede ser un arma de doble filo, yo la he usado, me ausento; pero ahora procuro asirme de algunas anclas. Estoy intentando buscar mi propio polvo de oro en las palabras; la poesía, escribir y contar sobre cómo se baila con los demonios. He encontrado mi propia resina; la fuerza de voluntad, mi gen guerrero, la vida de mis hijos y su sonrisa, el abrazo de mis nietos y la insistencia de mis pocos, pero mejores amigos que me han seguido en este camino para poder curarme a mí misma.


Incomprensible para algunos. Hay que estar roto para entenderlo, hay que sentirte en el abismo para saber cuánta oscuridad radica en él, hay que bailar con los demonios para conocerlos y saber que cuando te abrazan no te dejan ir, toca enfrentarlos, quizá algún día se alejen por completo. Algunos dirán que es victimizarse, que todo radica en uno mismo, que hay que ser valientes, todos son estigmas para explicar lo que no se puede entender y que logras ver sólo desde una perspectiva.

Si hay algún roto por ahí que lee esto, quiero creer que no estoy sola en este proceso que lleva tantos años como los que he vivido. Quiero creer que en lugar de ver a una 'poeta loca', como me decía alguien por ahí, verán a una poeta con cicatrices, agrietada y que lucha pegando sus pedazos con la belleza de la palabra, de la poesía y la literatura, y sobre todo del amor de los pocos que han decidido quedarse conmigo.


Esto es para mis amigos que me han sostenido en estos meses, para mis hijos y nietos que han sido la razón de mi pacto con la vida, y por la pasión que vive y no quiere morir en mí: la poesía y escribir.


Esto es Ingrid Mary Or así sin más... poeta, escritora, luchadora contra la depresión y el suicidio, que ha bailado con demonios.






 
 
 

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